(Escena sumaria del acontecer).
La Triministra está meditando
colgada de un implemento de tortura,
al parecer, está disrazada de murciélago
cree desconcertar así a los vampiros
que quieren beber de su sangre trina

...¿En qué situación nos encontramos?... Hay desorden en el castillo. Nuestro Rey está enfermo de un mal mayor, de un mal real... aún no se descubre su cura y en ello trabajan los más insignes doctores, pero está claro que todo empezó en su mente con el amor desenfrenado por la doncella Therese, que aun no le da el sí...
Nombrada fui, por Su Majestad, Triministra, para ayudar en los destinos del reyno, pero pronto un Caballero negro y un ratón desmedido acabaron con la tranquilidad interior del Estado...
Hubo bandos, celebraciones, personajes infiltrados que se escondieron en los rincones, e invitados ilustres que no terminan de aparecer para ocupar sus recámaras. El ama de llaves ciega y sordomuda se ocupa de llevar y traer mensajes sin equivocarse jamás y un astuto Bufón vigila atento, todo cuanto acontece en el castillo (aunque debo contaros que el Bufón entró a palacio por un laberinto que el rey dejó, por equivocación abierto, no se sabe si para permitir la entrada a una nueva favorita... o a un favorito).
Como Triministra he sido atacada por voces y delirios, por gárgolas de las molduras que me hicieron musarañas,me he desangrado por todos los rincones del castillo y mi sangre trina atrajo a los vampiros de la política, que ahora me acosan también junto con mis propios fantasmas, todos confabulados para quedarse con una parte de mi triple poder... (aletea al aire como si la molestaran hadas, mariposas y murciélagos)
La doncella Therese ha sido intoxicada por error, a causa de una pócima que el caballero negro me dio -diciendo que era para hacerla recuperar su estado mental normal, alterado por los múltiples monstruos y quimeras que invadieron el castillo con amenazas, burlas y caos. Desde entonces ella se levanta para acudir sin tino de un lugar a otro entre el sueño y la vigilia, cosa que favorece al rey, quien ha entrado con ella a su recámara, mientras una favorita lo espera desnuda, en la cama, con tiernas palabras de amor.
Ha llegado el Heraldo de Aragón, noble caballero al que le gustan los juegos, tanto como a mí y ya le he dado a conocer que el vino de las cavas había sido mezclado con las drogas del Caballero Negro, peligroso narcotraficante, que ahora se sabe, había entrado oculto al castillo ayudado por las infantas de Aragón... ¿vosotros oís también el galope de su caballo blanco por los pasillos?... no respondéis... ¿Acaso le hacéis también a las drogas y lo protegéis?...
El mago Merlín ha llegado como amigo leal del Rey a poner orden hasta que éste se recupere, pero dada su ancianidad no comprendió el cambio de los tiempos y cayó mal su estilo dictatorial, tanto en palacio como en el pueblo, y ahora no consigue aliados, a pesar de ser conocido por sus gravísimos y poderosos encantamientos.
El pueblo, impotente, como siempre, al borde de la animalidad, cacarea sin destino y nadie lo oye, pero un extraño eco rebota contra las paredes de los establos,los silos, las pircas y los puentes... desde donde se levanta agresivo clamando justicia... ¡¡¡Impotencia!!!! gritan y relinchan...
El Historiador del Reyno está tomando notas y escribiendo cartas, diarios, archivando documentos, recogiendo testimonios para dar cuenta de las maravvillas de este inusual y exótico Reyno, lleno de plantas exhuberantes, animales salvajes y ruiseñores...
La Cocinera repúblicana ha llegado para controlar todo lo comestible y bebestible que ingrese al reyno, con el fin de terminar con los envenenamientos masivos e individuales y para alimentar la salud, la lujuria y los sueños delirantes de quien pruebe sus apetitosos manjares. La Cocinera es bella, rebelde y astuta, pero viene bien recomendada por un Cardenal -que viaja y está en camino a ordenar tanta pasión desatada, que como todos sabéis, está dando que hablar hasta en el más allá.
Pronto llegará el alquimista para limpiar y purificar el ambiente, encontrar la piedra filosofal y el anillo de los siete poderes, que podría conceder la eternidad a cuantos habitamos en el Reyno.
Mañana, según una paloma mensajera de confianza (de esas amaestradas por Therese)estará con nostros el poeta, que vendrá a cantar en los salones de la corte y a beber por la salud de los mortales, y de los dioses, y de los mitos, y de las leyendas, y de las musas, y de las damas... y por todo cuanto haga falta beber y cantar para que todos seamos felices y olvidemos, que allá afuera, bajando el puente levadizo y cruzando el primer pantano, todo, todo, todo... es tremendamente peligroso.
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